Botiquín de cuidados emocionales

Del 1 al 10 ¿Cuánto hacés por cuidar tu salud?

Durante los últimos años hemos avanzado muchísimo en el cuidado de nuestro cuerpo, gracias a esto, según la Organización Panamericana de la Salud (O.P.S.) vivimos 45 años más que hace un siglo.

Hacemos muchas cosas por mejorar nuestra condición física, pero en cuanto a nuestra psicología, sólo nos quedamos en las intenciones.

 

 



(Autor: Carolina Hapon. Licenciada en Psicología. Experta en Desarrollo Personal)


 

El año pasado mi hija tuvo una clase de primeros auxilios, y no fue justamente en la facultad de medicina, sino en su jardín de infantes! Buscó  un  muñeco para llevar y preparó una valija rosada que usó como botiquín de cuidados. Tenía en claro qué poner en su valija, nos pidió curitas, gasas, desinfectante, termómetro, etc. Además antes de irse nos dijo que nos quedáramos tranquilos, porque ella sabía qué hacer si su “hijo” se lastimaba.

 

Me di cuenta de la conciencia que tenemos sobre el cuidado de nuestro cuerpo. Nos resulta relativamente fácil reconocer las señales de peligro, heridas, fiebre, dolor… Sabemos que tenemos que limpiar y proteger una lastimadura para evitar que se infecte y agrave. Identificamos el dolor físico como una señal de alarma que nos pide tomar acciones para evitar que la cosa empeore. Hasta incorporamos hábitos de vida saludables como comer sano y hacer ejercicio para prevenir que el dolor y la enfermedad aparezcan. Estos hábitos no solo evitan muchas enfermedades sino que nos hacen  experimentar un mayor bienestar con un cuerpo ágil, fuerte, resistente, etc.

 

Pero a nivel mental también podemos variar en un rango e ir de un estado medianamente saludable, decaer hacia la enfermedad o elevarnos hacia niveles de plenitud o mayor bienestar. Diversas investigaciones muestran que en promedio el 16% de la población presenta enfermedad mental, el 12% languidece, el 57% presenta moderada salud y sólo el 17% de la población florece en un estado de plenitud y bienestar, (Corey 2002, Keyes 2002, Singleton 2001)

 

Hacemos muchas cosas por mejorar nuestra condición física, pero en cuanto a nuestra psicología, sólo nos quedamos en las intenciones.

 

A un niño le enseñamos cómo cepillarse los dientes y controlamos que lo haga por lo menos dos veces por día. Pero no le enseñamos a cultivar su autoestima. En cuanto a salud emocional se refiere, sólo deseamos que sea feliz.  Esto es porque tenemos mucha y muy buena información sobre salud física, pero no sabemos qué hacer con respecto a la salud emocional.

 

¿Qué mueve la aguja del bienestar mental? Podemos echarle la culpa a las circunstancias mas o menos favorables, no tener pareja, perder el trabajo, ganar la lotería, etc. Pero la investigación nos ha demostrado que las circunstancias sólo pueden mover la aguja un 10%, el resto depende pura y exclusivamente de nosotros y de la manera en que respondemos a estas circunstancias. Esto significa que, al igual que con la salud física, para alcanzar el bienestar mental y emocional no queda otra que tomar acciones. De lo contrario corremos el riesgo de languidecer y enfermar.

 

Como dice el psicólogo Guy Winch en la revista Psychology today, es importante contar con un botiquín de primeros auxilios emocionales que nos ayude a sanar las heridas cotidianas. Pero primero necesitamos prestarle atención y reconocer a tiempo las lastimaduras psicológicas, que son tan comunes como las físicas. De lo contrario, van a tardar más tiempo en sanarse, van a doler más y posiblemente se agraven y se infecten.

 

Frente al dolor emocional no reaccionamos igual que frente al dolor físico, no le damos la misma importancia. Aunque sabemos que son experiencias comunes a todos, es difícil aceptar que cuando somos rechazados o cuando fallamos de verdad duele. Por eso no atendemos inmediatamente este dolor, preferimos taparlo o ignorarlo, como si así fuera a desaparecer. Los ansiolíticos, antidepresivos, el alcohol, las compras o el trabajo compulsivos y la necesidad de buscar permanentemente distracciones (TV, salidas, viajes, etc) consiguen este efecto. Pero lejos de sanar las lastimaduras, estamos dejando que empeoren. Como si en lugar de limpiar y proteger una herida, sólo tomamos analgésicos para el dolor, dejando que la infección avance.

 

Gracias a los cuidados físicos hoy en día vivimos más del doble que en el siglo pasado. Según la OPS en el último siglo hemos sumado 45 años de expectativa de vida. Pero a la vez, los padecimientos mentales crecen sin parar. En  Argentina 1 de cada 3 adultos ha sufrido una enfermedad emocional grave, sobre todo ansiedad y/o depresión.(UBA. APSA. OMS, MSAL 2015). Según la OMS,  la depresión es la primer causa de discapacidad en todo el mundo, y la soledad es más peligrosa para la salud que el tabaquismo, la obesidad o el alcoholismo.

 

Si cuidamos tan bien de nuestro cuerpo, ¿por qué no hacemos lo mismo con nuestra mente?

 

¿Por qué no implementamos también hábitos saludables para alcanzar la plenitud con una mente fuerte, ágil y resistente. O por qué ni siquiera nos cuidamos de prevenir enfermedad?

 

Simplemente porque no tenemos ni idea de cómo hacerlo…

 

Por esto es importante aprender a tomar acciones para cuidar mejor nuestra mente de los peligros diarios. Todos tenemos momentos donde nos sentimos solos y desconectados.  No hay nadie que no sepa cómo se siente fallar en algo. Experimentar pérdidas es parte de la vida. De vez en cuando, nos toca ser rechazados de alguna forma. Y culparnos es algo que inevitablemente también sabemos hacer. La soledad, la frustración, la pérdida, el rechazo, y la culpa son para Winch las lastimaduras emocionales cotidianas. Son tan comunes que en lugar de atenderlas efectivamente, las ignoramos o peor todavía, le aplicamos hábitos mentales insalubres que infectan la herida, metemos el dedo sucio en nuestra propia llaga y todo esto sólo porque sabemos muy poco de higiene mental.

 

Todos sufrimos lastimaduras psicológicas, son parte normal de la vida. Pero la forma en que reaccionas a ellas es lo que marca la diferencia entre enfermedad y plenitud, no sólo emocional sino también física.

 

No saber cómo cuidarte  frente al rechazo o el fracaso puede llevarte a una reacción en cadena que a la larga termina en ansiedad y depresión.

 

Por eso es importante tomar conciencia de estas heridas cotidianas y considerar tus necesidades emocionales. Comprender que a veces, de algunas experiencias con tu pareja, hijos, amigos o trabajo, pueden surgir daños que necesitan que les des cuidados especiales.

 

Así como cada lesión del cuerpo tiene un tratamiento particular, cada daño emocional requiere de una forma de cuidado específica. Los hábitos mentales saludables te ayudan a tratar las lastimaduras psicológicas comunes y te permitan desarrollar una vida mental plena.  Podés aprender a activar emociones positivas, romper el ciclo de los pensamientos negativos y dañinos que ocupan tu mente, cambiar el tipo de respuesta que tenés frente al fracaso, redirigir tus reacciones viscerales con pensamientos constructivos, cuidar tu autoestima en lugar de pegarte duro cada vez que fallas, identificar propósitos  y objetivos, atender al momento presente,  implementar las acciones necesarias para protegerte de la soledad y construir relaciones sanas y satisfactorias. De entre todas las técnicas y estrategias que la ciencia tiene a disposición, podés buscar con las que vos te sentís más cómodo.

 

Te invito a que este año empieces a trabajar para llenar tu botiquín de cuidados emocionales y a tomar acciones que muevan la aguja hacia la plenitud y el bienestar emocional.

 

Si cuidando nuestro cuerpo hemos logrado tanto en tan poco tiempo…

 

 

¿Te imaginás lo que podés lograr si le das la misma importancia al cuidado de tu mente? 

 

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